miércoles, 12 de noviembre de 2008

COLABORACIÓN: de Hermann Mondaca R.

Un afroamericano en la Casa Blanca

Hermann Mondaca Raiteri

La cámara muestra en primer plano los ojos del reverendo bautista Jesse Jackson. Una lágrima brota de sus ojos y se desliza suavemente por su mejilla. Sigue rodando hasta llegar a sus labios y la sal transporta al recuerdo de grandes luchas por los derechos civiles en los Estados Unidos que hace solo cuarenta años consagró legalmente la igualdad racial y que hoy elige al primer presidente afroamericano de su historia. Más tarde expresará que “es la emoción que habría sentido Martin Luther King”, líder afroamericano de los derechos civiles, Premio Nobel de la Paz, asesinado un 4 de abril, hace cuarenta años en Memphis, la ciudad que vio nacer a Elvis Presley. Su hija Berenice King expresaría que “estaba muy nerviosa, lloré mientras esperaba los resultados, mi padre estaría orgulloso de los Estados Unidos”. Su emoción nos contagia.

Son las dos de la madrugada y las imágenes de CNN nos llevan directo a Chicago donde se congregan más de cien mil personas que aclaman a Barack Obama que llega al escenario con su esposa Michelle y sus dos hijas. Miles y miles de rostros de jóvenes adultos y ancianos emocionados, certifican que cuando un pueblo está unido es posible avanzar en los cambios.

Estados Unidos sorprende al mundo con su capacidad de aprender de su propia historia y girar progresivamente.

No es esta una elección cualquiera. Tras las elecciones su propuesta viene acompañada de un nuevo proyecto de país y de una nueva relación con el mundo. “Deseamos reconstituir nuestras alianza impulsando en el mundo las ideas verdaderas de la Democracia, la Libertad, las Oportunidades y la Paz”. Señaló en su primer discurso el presidente electo Barack Obama.

Leemos aquello como la intención de posicionar un nuevo liderazgo mundial de compromiso con la Organización de Naciones Unidas, con la Conferencia de Renovación del Tratado de No Proliferación de las Armas Nucleares que tendrá lugar el 2010, con un acuerdo integral con el Tratado de Kyoto y con el intento de comprometer a China, la Unión Europea e India con desarrollos tecnológicos de carbón limpio.

De América Latina se afirman grandes esperanzas en un nuevo trato y se abren las posibilidades para derrumbar el muro de la vergüenza en la frontera mexicana y levantar el oprobioso bloqueo comercial a Cuba, estableciendo relaciones de mutua colaboración con los pueblos latinoamericanos a partir del respeto mutuo y los ideales de la Democracia y la Libertad que permitan la prosperidad para todos.

Su plan de reconversión energética de Estados Unidos favoreciendo las energías eólicas, solares, alternativas y nucleares por sobre el petróleo constituyen su mayor desafío. Solo aquello le permitirá a EEUU ser menos dependiente del petróleo y evitar defenderlo con guerras invasivas.

No es menor este desafío, Barack Obama se enfrentará a los poderes de la industria petrolera, de la industria bélica y los poderes fácticos del grupo de “los halcones”, enclavado en la CIA y el Departamento de Estado.

El triunfo de Obama es el triunfo de la juventud y de los sueños del movimiento por los derechos civiles. Posee la fuerza de una nueva generación no comprometida con la guerra fría.

Mientras leo una de las obras magistrales de Norman Mailer, “El fantasma de Harlot”, que describe la historia de la CIA y el asesinato de J.F. Kennedy, no dejo de sentir mi íntimo deseo de expresar públicamente lo que está en la garganta íntima de millones de seres humanos del mundo.

¡Larga vida presidente Barack Obama y que sus sueños de cambio se cumplan!

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