viernes, 31 de octubre de 2008

Memories

Fue mi padre un chofer de liebre (la Nuñoa Vivaceta Nª 7), hombre infinitamente simpático y buen amigo, querido por todos, afianzado en la solidaridad pero con una historia de explotación y silencio que nunca alcanzó a descubrir en libertad. Su historia, como la mía fue abortada, fuimos robados de nuestros sueños cuando cada uno de nosotros descubríamos, a nuestras edades, que lo imposible era posible, que los sueños pueden ser realidad y que todos tenemos el mismo derecho a la vida y sus tributos y que la vida es plena para todos y no sólo para algunos. POR SUERTE LA MEMORIA ALCANZA PARA ABRAZAR TODO AQUELLO QUE NOS ES DADO POR EL SOLO HECHO DE SER.Sigue leyendo [+/-]

    Corría el año 1968 o 69, no puedo precisar, era yo la pequeña y tercera hija de un matrimonio que, en aquellos tiempos definíamos como de clase media cuando en verdad éramos re’pobres.
    Asistía a un colegio de esos que después le pusieron números y letras y que en aquel entonces, grabado orgullosamente en una placa de bronce, se leía: “República de Rumania”. Usaba un delantal blanco con pliegues en la delantera y un cinto cintura arriba que hasta el día de hoy me recuerda la sobriedad casi monasterial de Gabriela Mistral (de femenino y sentador tenía nada). Mi colegio tenía un enorme patio, con cancha de basket y tremendas matas de hortensias violetas cada cinco metros en todo su alrededor, teníamos gimnasio techado y en fin, todo un lujo de escuela, aún recuerdo a la directora, Sra. Fresia Urrutia, toda una mujer sobre tacos!
    Mi hermana mayor había logrado entrar a la Universidad Católica a estudiar Sociología a través de una beca y mis padres se sentían orgullosos de tan magnífico logro, aunque siempre aprehensivos de que todo aquello pudiera ser una irrealidad. Mi hermana mayor trajo consigo los vientos de las nuevas que trajinaban ya por doquier y de pronto la casa comenzó a vivir tiempos nuevos.
    Para 1970, mi hermano (el del medio) estudiaba (con beca) en la U de Chile una carrera qué daba lo mismo, pero que satisfacía el afán casi compulsivo de nuestros padres de estudiar, estudiar, estudiar!
    Vivíamos en aquel entonces en una calle sin pavimentar en donde estacionaban las carretas de la feria que se alojaba en la calle perpendicular: Nueva de Matte. Uno de mis gustos mayores era dar de beber a los caballos que agotados bajo el sol y el abandono de sus dueños secaban sus sudores durante toda la mañana y con tal mansedumbre que desde aquel tiempo siempre captó mi rebeldía.
    En invierno me entretenía adivinando figuras en los reflejos de las nubes que se formaban en las pozas de agua y vivía el mundo al revés donde la izquierda era la derecha y las nubes volaban hacía dónde el reflejo lo hacía.
    Nunca como en aquella época he sabido de sábanas de saco unidas por el medio con costuras que molestaban al dormir, de manchas de pulgas a los pies de esas sábanas, de ronchas en las piernas que aún cuando despiertas te pican y de botellas de vino usadas como guateros en invierno que a veces reventaban. Vaya inviernos aquellos!, difíciles de transmitir cuando las goteras son toda una sinfonía antes de dormir! ....en verdad que las ollas a veces no alcanzaban pa tanta gotera y gracias a Dios que ya para el 69-70 teníamos el “Puro Chile” y “El Clarín” a rienda suelta y podíamos usarlos para apaciguar los rebotes de las goteras que nunca caían con la precisión deseada en la olla indicada.
    Fue en aquellos tiempos, en que la gente del pueblo lo creyó todo posible y como nunca tuvimos acceso a los diarios y revistas (yo quincenalmente recibía las revistas “Onda” y “Paloma” y disfrutaba leyendo), mis padres leían no uno, sino dos diarios, y mi hermana ya asistía a marchas y para las elecciones del 70 recuerdo pegamos en nuestra puerta un poster del Chicho con orgullo “atreviéndonos” a declarar nuestros deseos de que todo aquel lindo proyecto para todos nosotros era posible. De alguna forma ese hecho produjo un impacto en nuestro entorno y pudimos apreciar que éramos muchos los que soñábamos lo mismo. El ejemplo de mi hermana en la universidad y luego de mi hermano, de alguna manera, comenzó a hacer posible “lo imposible” en nuestro barrio, fue mágico, por fin el chofer, el obrero, el que nunca se había sentido tomado en cuenta, podía por fin ser algo a través de sus hijos. Fue un momento maravilloso para nuestros padres, para mi hermana que vivía sus 18 y su nuevo mundo se expandía sin límites en la solidaridad aprendida in situ…., qué envidia me dan aún los que pudieron celebrar en la Alameda para el 4 de Septiembre de 1970!!!. Yo aún era una niña, medio atrasada en mi pubertad y sin permiso ni rebeldía aún para desacatar a mis padres.

    Para 1971 o 72 mi hermano ganó una beca por el partido al cual mi hermana lo había adscrito y viajó a Cuba a estudiar Medicina, algo que mis padres nunca antes hubiesen creído posible desde su realidad. Y vaya que la despedida fue toda una odisea para todo el barrio y la comunidad política!!!... se iba el “Zapallito” (mino adorado y codiciado tanto en el partido por las feminas como por las feminas del barrio – mi hermano)….. tres días seguidos lo fuimos a dejar a Pudahuel: la primera ocasión fue todo el barrio, hasta micros con gente y banderas fueron ( y puchas que nos arreglamos pa la ocasión!!)……, pero Cubana de Aviación no elevó vuelo ese día…, el segundo día fuimos menos, pero igual fuimos varios, tampoco fue posible, y… al tercer día ya casi con las emociones agotadas y un cuarto del barrio presente, el cuadrimotor de Cubana de Aviación sí por fin emprendió vuelo!.... jjajjajja, por fin se fue el “zapallito”!
    Muchos de los que fuimos al aeropuerto, fuimos a soñar con conocer el mundo que yacía más allá de nuestras posibilidades!!! Ahí partió mi hermano que ya no pudo volver, al menos legalmente, sino muchos, muchos años después, quizá muchos!



Continuará………………………

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